17 septiembre 2007

Perdida en Buenos Aires



Debía esto, escribir a mi regreso pero hasta ahora no había podido hacerlo estaba muy fresco todo en mi.

De nuevo cruzar esas calles que como vos decís, donde cada una de ellas podría hablar de nuestros encuentros, de nuestras caricias despreocupados porque alguien pudiera ser testigo, de vernos encaminar juntos a alguna habitación de hotel.

Muy pocas veces un viaje deja un recuerdo tan delicioso como el que vos dejás en mi, el recuerdo de tu calor, tu entrega en la intimidad, tu complicidad tácita en ceder a cada uno de mis anhelos y caprichos, tu inteligencia en intentar a pesar de mí, dosificar la pasión que me lleva a miles de orgasmos y mi necesidad de dejar grabada en tu mente y tu piel mi presencia.

Hace unos años pensaba que la pasión se acaba con el tiempo como se acaba el agua del vaso de una persona sedienta pero cuando te vi nos bebimos el uno al otro con un ansia tal que después me sentí vacía de todo lo que podía preocuparme y llena de todo lo que me dabas y me hacía sentir bien.

No sé decir que es lo que nos guía en esta vida pero yo siento que caí hacia vos como caería una piedra al suelo y que cualquiera sean nuestras luchas y victorias enseguida desaparecen como tinta humedecida en el papel cuando estamos juntos.

Tenía tantas ganas de vos, me apetecía tanto tenerte, tus besos me parecen lo más íntimo que he experimentado en mi vida, tengo la sensación de que estoy tomando algo de vos y que vos me estás dando algo más privado de lo que nadie me dió, tienen un sabor muy especial que traen a mi mente miles de escenas distintas mientras sigo oliendo el beso que acabamos de darnos.

Te tuve y te entregué todo, durante horas recorrí todo tu cuerpo para no olvidarte, me llevé el sabor de tu semen en mi boca, tu olor en mi piel, te hice el amor arriba tuyo para poder llevarme tu expresión grabada en mi mente en esos momentos, vi tu cuerpo desnudo junto al mío, sentí tu aliento recorriéndome, tu boca sin medida devorando mis pezones, tus dedos buscando introducirse en mi vagina, tu lengua lamiendo todas mis zonas más íntimas y caí extasiada por el goce más profundo.

Pero lo que más me seduce de vos es tu complicidad en este juego, mezcla de pacto y verdad, este juego vertiginoso cuando estamos juntos, cuando nuestros cuerpos se tocan y más vertiginoso aún cuando la distancia nos separa y solo tenemos las palabras para alimentar la pasión.

No puedo y no quiero decir que te quiero, no puedo y no quiero decir que te amo, sería como obligarte a que tengas que buscar más excusas como “esta semana se me complica”, sin embargo puedo decir que te deseo una y mil veces sin que eso cree obligación o culpa a ninguno de los dos, deseo tu sonrisa cuando suelto alguna de mis preguntas tontas, te deseo con todo mi cuerpo, con la máxima pasión que hasta hoy conozco, te deseo entrando en mi de la forma más obscena que te imagines y te deseo pidiéndome que te haga acabar con mi boca.

Conversaciones, bocas, cuerpos tibios entrelazados son parte de los recuerdos que tengo, planear cuando nos veremos la próxima vez y hacer el amor con pasión y sudor son parte de los sueños que guardo.

Deseo también que estas palabras lograran hacerte reaccionar, darte cuenta que podés perderme pero te conozco más de lo que vos pensás y sé que no harías nada para evitar que me fuera de tu lado como yo tampoco haría nada por retenerte.