26 noviembre 2008

Frente al espejo



Ella se inclina hacia delante y se acerca al espejo poco a poco buscando los ojos de él que le susurra en su oído, hasta chocar contra el cristal, hasta apretar sus labios contra su propia imagen. Está frío. Y fue entonces con el silencio de sus respiraciones sonriéndole al reflejo cuando ella sintió como le inundaba la magia de su propio cuerpo.

Quizás debió quedarse así en aquel momento y dejarse llevar por una marea de palabras de él, y sensaciones suyas. Quizás debió quedarse en ese instante, lleno de magia y seducción que arrastra dos cuerpos y mentes sin ocultar el deseo

Descubrir, percibir, susurrar, estremecerse.

Desear que sus labios duelan de besarle la piel, los párpados, las manos. Roce de bocas que se beben, timidez perdida. Contienda lenta y angustiosa contra el reloj que él lleva dentro.

Conservar en sus labios el sabor de su hombría y en su cuerpo el aroma, atesorar el recuerdo de sus manos viajando a través de su tibia desnudez, excitación, suspiros.

Un portaligas que se suelta, pechos al aire. Fuerza bruta que la retiene contra el espejo, medio desnuda.
Su sexo despertándose travieso. Él dibuja su nuca a besos. Ella arquea su espalda y le ofrece su cintura. Algo perverso, fantasías ocultas. Él desciende y hunde su boca en el calor del infierno. Ella suspira. Él bebe.

Saqueo de cuerpos al mismo tiempo.

Saquear tu cuerpo, y saquear el mío al mismo tiempo.
Dejar desamparada y desnuda la piel frente al espejo.

A veces el invierno vestido de distancia se apodera de la piel desnuda. Y debemos vestir los pasos con un buen regreso