16 noviembre 2007

...Y la puerta se abrió



No te vi llegar, pero cuando ya estabas allí dejé la puerta abierta para que te instalaras en mi sin saber por cuanto tiempo sería, te dejé descubrir mi inconsciente y conocerme, adueñarte de mis silencios, compartir las peores pesadillas, hablar de todo, más de vos que de mí, de lo vivido y hasta lo olvidado.

Mediamos el tiempo con nuestro propio reloj de manecillas retenidas, complicidad que llenaba nuestros vacíos, de las cosas que fueron y de las que nunca serán, del descubrir a Sabina en Freire y el amor y el deseo en miradas cómplices de un aula.

Escondidos uno del otro por momentos, con un teléfono como único vínculo posible y algunos mensajes buscando alcanzarte y tocarte, hemos sobrevivido en lo que somos, pensando más yo en todo y en nada, mientras voy a donde los pies me llevan pero volviendo siempre al mismo lugar en que se confunden la realidad y los sueños.