
Esta mujer que escribe, encerrada en su propio circo de emociones, quiere regalarles un cuento de viajes, busca la vena de tus brazos para inyectar todos sus caminos y vivencias en ella.
Sé que al final del relato habremos entendido, vos y yo, algo de los insomnios que desaparecen cada vez que recorro la distancia y me convierto en una simple caminante, despojándome de disfraces, de sentimientos rutinarios y días que no suman.
De cómo me he bebido todos los atardeceres, uno a uno, de ver caer el sol en compañía, de risa sin prisa, de tiempo pegado a él como arena a la piel.
De regreso, sin fotos que agregar a un álbum, cuando el camino llora las últimas gotas de una tarde mojada ya la soledad empieza a pervertir mis pies que poseídos planean el próximo viaje.